Nos llenamos de incertidumbre cuando no sabemos qué hacer. Curiosamente y casi en forma inmediata (los que tenemos la tendencia de ser pro activos) nos empiezan a surgir ideas en respuesta humana de cómo y qué hacer ante esa incertidumbre.

No está mal pensar y tener ideas sobre algo.
Ese proceso humano de “veo-entiendo-pienso-decido-hago”, que naturalmente todos seguimos, no lo incluye a Dios.

El Señor nos dice que Él es quién nos sostiene y nos ayuda, y que lo hace tomándonos de nuestra mano derecha para que no tengamos miedo.

Al confiar en el Señor, el proceso cambia, ahora es “veo-pienso-someto (a Dios)-espero (respuesta de Él)-hago (lo que me diga)”.
Es distinto, verdad? El paso de “decido” ya no está más en la fórmula porque ahora decide Él.

Jesús enfrento este duro proceso en el monte de Getsemaní. Su oración fue contundente, “no tengo ganas de pasar por esto, pero quiero hacer, y decidir lo que me digas”
Se levantó de la oración y cumplió con el divino plan redentor, muriendo en la cruz por nosotros.

Él fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero no pecó. Él sabe a qué estamos sometidos.
Las escrituras nos cuentan que Dios siempre se ha involucrado con todo lo que nos pasa.
No hace falta temer, Él te sostiene de tu mano derecha y te ayuda porque Él es tu Dios.

Estamos a punto de terminar los 40 días de ayuno y oración para la renovación espiritual. Estoy seguro de que aunque hayamos enfrentado situaciones difíciles, de temor pensando que nadie te ayuda, vamos a experimentar el sostenimiento que Él nos ofrece.
Sentiremos la cálida, amorosa, fuerte y poderosa mano de Dios tomando la nuestra, como un papá que guía de la mano a su amado hijo.

Él sigue siendo Dios.
Él sigue ofreciendo Su sostenimiento.
Él sigue cuidándote.
Él sigue librándote del temor.

Devocionales anteriores