Soberano, siempre soberano [Isaías 45:5-7]

Sufrimientos como catástrofes, guerras, pandemias o desastres naturales detonan en el corazón de la humanidad preguntas como: “¿Dónde está Dios?” o “¿Por qué Dios permite que sufran los inocentes?”.  Si es tan bueno y amoroso, ¿por qué permite estas cosas?

La verdad es que no es tan fácil llegar a una respuesta concreta.  Una respuesta que convenza a la forma de pensar humana.  Nuestros limitados pensamientos y sentimientos del alma no llegan a comprender la mente de Dios.

Los que tenemos una fe segura en el Señor creemos que la única respuesta está en Él.  Está en Su absoluta soberanía.  Hay cosas que nuestra mente humana nunca comprenderá.  

Él nunca nos prometió libertad de sufrimientos y dolores.  Sin embargo, su Palabra, sí nos dice que Él estará con nosotros en la angustia y que su consuelo nunca faltará.  Es por Su bondad que ningún sufrimiento tiene la última palabra sobre nosotros, ni siquiera la muerte.

San Agustín de Hipona dijo:  “El Dios omnipotente no habría permitido que hubiese mal en su obra, si no fuese tan omnipotente y bueno que consiga sacar bien del propio mal”.

¡Categórica declaración!  Confiamos, que Dios en la capacidad divina de poderlo todo, nunca permitiría algo malo en nosotros o en su creación, si no fuera para producir algo bueno de ese dolor.

Isaías dice en este capítulo, que Dios eligió a un rey pagano para llamarlo “su ungido”.  Y, en estos versículos, nos hace saber que todo, absolutamente todo, pasa por Él y para el cumplimiento de Su propósito eterno.  Que el mundo conozca que Él es Dios y que no hay nadie más que Él.

Puede ser que no terminemos de entender la razón del sufrimiento, pero jamás dudemos que Dios es soberano.  Siempre detrás del dolor hay algo bueno que Dios está gestando.  

Si hoy estás en dolor, confía en el consuelo de Su compañía.  Algo bueno está viniendo.  Confiá en Su bondad, nada ni nadie podrá jamás separarte de Su amor.

 

Pr. Carlos N. Ibarra

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