Hay momentos en la vida cuando parece que todo llega a su fin.  Momentos de encierro y soledad, de agonía y pesar.  Momentos en los que hasta la vida parece que pronto terminará.  

En esa situación se encontraba el apóstol Pablo.  Preso en Roma, probablemente en la época de Nerón, sabía que su tiempo sobre esta tierra estaba por terminar y decidió darle aliento y consejos a su discípulo.  

Reconoce que Timoteo tenía una fe generacional, sin fingimiento.  Le aconseja que se mantenga avivado y encendido.  Le recuerda que Dios no lo quiere cobarde.  Y, lo anima a que no tenga vergüenza, ni se “achique” ante las cosas que pueden afligirlo.  También, le hace saber que nada depende de nuestras obras, sino de la gracia de Dios que nos llamó.

En medio de toda esta situación, Pablo declara que sabe en quién ha creído.  Sabe que Él es poderoso para guardarlo en lo que ha sido su confianza durante toda la vida.

En momentos de esas características es cuando nuestra fe debe estar firme.  Nuestra confianza que decimos tener en Él debe cobrar mucho vigor.  

Es allí donde de verdad cuenta mucho saber “a quién hemos creído”.  Cuenta mucho saber que Él es poderoso para guardarnos seguros y confiados por la eternidad.  

Nuestro depósito de fe no está en juego, nunca se perderá.  Nuestro depósito está seguro en Él.

Buena semana.

Pr. Carlos Nelson Ibarra