El propósito ante todo [Hechos 20:24]

En estos versículos se desarrolla una escena muy emotiva.  El apóstol Pablo sabía, pues se lo venían diciendo por el Espíritu en todas las ciudades anteriores, que en Jerusalén le esperaban prisiones y tribulaciones.  Sabía que era Dios mismo el que le advertía que esos dolores lo esperaban allí.  No era el diablo, era Dios.

Sabiendo todo esto, por revelación del Espíritu, siguió adelante igual.

Cumplir con el propósito de Dios para su vida era lo más importante.  No permitió que las buenas, pero equivocadas, intenciones de sus seres queridos lo desenfocaran.

Sabía que debía acabar la carrera con gozo, terminar el ministerio que recibió del Señor y dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.  Ese era el propósito de Dios para él.  

No permitió que las palabras persuasivas de sus hermanos amados de Éfeso lo convencieran, ni sus abrazos, ni sus lágrimas, nada pudo impedir que Pablo siguiera adelante.  Unos días después, la situación fue muy similar (Hch. 21).

Cumplir con el propósito de Dios debe ser lo más importante para nuestras vidas, más importante que las personas amadas y más importante que el cariño que ellos nos pueden expresar.  A nada, ni a nadie, le debemos dar el poder para hacernos desistir de seguir obedeciendo los mandatos del Señor.

Nunca dejemos que ni los afectos, ni las lágrimas, ni los abrazos de gente que nos ama detengan el seguir adelante con aquello que Dios nos ha dicho.  Nuestros allegados no lo hacen “de malos”, solo lo hacen porque nos aman.  Pero, no entienden el valor sublime que nosotros le damos al Señor y sus mandatos: Cumplir con Su propósito ante todo.

 

¡Buena semana!

Pr. Carlos Ibarra

 

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