Activando el poder de la Palabra [Josué 1:8]

 

Sabemos que la Palabra de Dios tiene poder.  Poder para crear realidades.  Dios dijo y las cosas fueron hechas.  Su Palabra tiene una vigencia eterna.  Las palabras y opiniones de los hombres pasarán, pero la Palabra de Dios permanece para siempre.  Ese poder se activa en nosotros cuando hacemos de ella el centro absoluto de nuestra vida.  

La Palabra es poder nutritivo para nosotros.  Es el Pan de Vida que fortalece nuestro espíritu.  Es una luz que alumbra nuestro camino, nos hace ver lo que tenemos por delante, nos da claridad y sabiduría para superarlo.

La Palabra de Dios es como una espada que penetra hasta lo más hondo del ser y ayuda a que nos demos cuenta de las verdaderas intenciones de nuestro interior.  Estamos desnudos delante de ella.  Es como un martillo que rompe las durezas del corazón.  Sus argumentos destruyen los callos de nuestras posturas orgullosas e intransigentes.

Cuando nos dedicamos a escuchar con atención lo que Dios dice, vienen a nuestra vida profundas convicciones de fe.  La fe viene por el oír Palabra de Dios.  Cuando la creemos como autoridad absoluta, se ordenan nuestros pensamientos y mejoramos nuestro actuar.  Y cuando volcamos nuestra voluntad a obedecerla, es inevitable que las bendiciones del Señor nos alcancen.  

Debemos ocuparnos más de conocer, creer y obedecer la Palabra que de pedirle a Dios que nos bendiga.  Si la conocemos, la creemos y la obedecemos, simplemente, Sus bendiciones nos alcanzarán (Dt. 28:1-2).

 

Pr. Carlos Nelson Ibarra

 

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