De las mesas a la gloria [Hechos 6:3-6]

Servir a Dios es un mandato que recorre toda la Escritura.

En este pasaje fue necesario elegir hermanos que sirvieran al Señor atendiendo las mesas para que el repartimiento del pan sea equitativo.  

Debían desarrollar esta simple tarea, iban a ser mozos para que todos comieran lo apropiado.  Aún así, es muy relevante observar sus cualidades espirituales. Para servir a Dios, sin importar la tarea, la demanda de una vida en el Espíritu es la misma.

Esteban era uno de los siete mozos que luego fue un predicador elocuente y glorificó a Dios entregando su vida como mártir.  Desafió a toda una generación.  Hasta el apóstol Pablo, siendo joven, estaba allí escuchando su predicación.  Fue su momento glorioso.

Felipe era otro mozo que se transformó en un evangelista extraordinario.  Muchas personas creyeron en Jesús en la localidad de Samaria.  Aún el mago Simón creyó.  Las tinieblas no pudieron contra el evangelio de Jesucristo que predicó Felipe.  Cuanta gloria de Dios se derramó a través de este hombre.

Para servir a las mesas, glorificar a Dios como mártir o ser un gran evangelista que trastorna toda una comunidad, las demandas espirituales son las mismas.  Dios siempre exige que seamos de buen testimonio, que vivamos lleno del Espíritu Santo y que estemos dotados de gran sabiduría.  

Comienzos humildes es la base primordial para llegar a momentos de servicio glorioso.  

Aunque sientas que tu espiritualidad es ejemplar y quizá creas que estás para mucho más, no menosprecies lo simple de tu servicio, de allí Dios te tomará para llevarte a momentos de gloria.  Mantené una espiritualidad plena, hasta que llegue lo glorioso del cumplimiento de tu propósito.

 

¡Buena semana!

Pr. Carlos Nelson Ibarra 

 

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