Nehemías fue un ejemplo de alguien que supo mantener el equilibrio entre oración y acción. Oró con un profundo deseo de ser útil al Señor y después actuó en consecuencia, creyendo lo que había orado.
He conocido gente que solo ora. Quizás, porque les falta el coraje para entrar en acción, para hacer y vivir lo que han estado orando. Tal vez, les falta el coraje para salir y tomar aquello que ya conquistaron en oración. Para ellos, por no ir, el buen éxito no llega nunca.
En cambio, hay otros que son extremadamente proactivos. No se detienen a orar por aquello que harán. Solo lo hacen. Entran en un activismo agotador, suelen caer en desánimo y no quieren seguir. Parece que no hay buen éxito para ellos tampoco.
La clave del buen éxito está en orar y actuar con la motivación correcta. Nehemías oró: “deseamos reverenciar tu nombre”. Pienso que allí está el secreto del buen éxito que obtuvo. Orar y actuar son necesarios, pero hacerlo con el corazón correcto es esencial.
Que todo lo que movilice nuestro servicio de oración y acción, siempre sea reverenciar Su nombre, siempre sea exaltar Su nombre y siempre sea glorificar Su nombre.
Si es así, el buen éxito está asegurado.
¡Buena semana!
Pr. Carlos Nelson Ibarra.