Emblema y paternidad

Quiero reflexionar sobre dos cosas.  

En primer lugar, pienso en nuestro emblema nacional: la hermosa bandera Argentina.  Esos colores celeste y blanco que nos identifican ante el mundo entero.  Esos colores que nos llenan de emoción al verlos flamear al viento.  Esos colores que nos hacen saber desde lo más profundo del corazón que somos argentinos.  Gracias Señor por haberme hecho nacer en esta tierra.  Gracias Señor porque soy argentino!!  

También, como cristianos, tenemos un emblema que nos identifica ante el mundo.  

Es la hermosa y desafiante bandera del amor con el cual Dios pinto nuestros corazones (Ro. 5:5).  Esos colores espirituales de obediencia al Señor (Jn. 13:34-35) que nos estremecen hasta las lágrimas al ver personas necesitadas.   Aquellos colores de hermandad que nos emocionan al estar juntos.  Aquella conducta amorosa, fraterna y capaz de darse por el otro que llevó a Tertuliano (padre de la iglesia del siglo III) a escribir lo que la gente decía de los primeros cristianos: “¡¡miren como se aman!!, están dispuestos a morir el uno por el otro”.   Ese emblema hace que nos cuidemos, que nos ayudemos, que nos respetemos, que nos alentemos, y que nos perdonemos.  También hace que nos exhortemos, que nos sirvamos, que nos tengamos paciencia y que oremos los unos por los otros.  El amor es el emblema eterno que nunca dejará de ser (1Co. 13:8).  Gracias Dios por tu amor!!  Gracias Señor por amarme y hacerme agente de tu amor!!

El segundo punto de reflexión es: la paternidad.  La figura del padre es la que forja nuestra personalidad.  Un varón que ejerce bien su paternidad (aunque no lo sea desde lo biológico) ayudará a formar en otros una sana identidad.  Un buen padre, no perfecto, sino honesto y equilibrado en su masculinidad ayuda a tener en claro la identidad sexual y fortalece el carácter del niño y de la niña, para enfrentar la vida sabiendo quien es y conociendo efectivamente sus límites.

Dios, nuestro Padre eterno, destacó en dos momentos muy importantes la valoración que tenía sobre su hijo.  En ambas ocasiones (Mt. 3:17; 17:5) expresó públicamente: “Este es mi hijo amado” acerca de Jesús.  La Escritura también realza lo importante que somos nosotros para Dios.  Dice que somos especial tesoro, somos la niña de sus ojos, somos hijos amados, somo hijos adoptados, somos hijos redimidos, somos hijos perdonados, somos hijos santificados, somos hijos de luz, somos hijos pacificadores, somos hijos guiados por Su Espíritu, ¡¡somos Sus Hijos!!

Los que ejercemos el rol de padres, sigamos el ejemplo de nuestro Padre celestial.  Y como hijos honremos a nuestros padres terrenales en obediencia al mandato de nuestro Señor (Ef. 6:2-3).

Buena semana!!

 

Feliz Día de la Bandera!!

Feliz día del Padre!!

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

 

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