Discípulos

Una de las imágenes más significativas a la que apeló Jesús cuando habló de su relación con su pueblo fue la del pastor y las ovejas. Hay muchas enseñanzas que podríamos extraer de esta metáfora, pero me quiero referir a dos de ellas que indican cuál es nuestro papel en la relación con nuestro pastor: oír su voz y seguirlo. Estas dos acciones constituyen la base del discipulado. Somos sus discípulos porque un día, por su inmensa gracia, lo oímos y comenzamos a seguirlo. Son muchos los ejemplos en los cuales el Señor salió al encuentro de aquellos que le siguieron. Pedro, Pablo o Mateo podrían ser algunos ejemplos. En todos ellos Jesús los llama, les habla, y le indica que le sigan. 

La marca distintiva de un discípulo es escuchar, seguida inmediatamente de una acción de obediencia. El gran desafío es aprender a distinguir la voz de Dios para no confundirla con algún otro sonido o llamado que llegue a nuestros oídos. Una de las preguntas más frecuentes que hacemos al inicio de nuestra vida cristiana es: ¿Cómo puedo saber cuál es la voluntad de Dios?; o dicha de otra manera ¿Cómo sé que es Dios que me está hablando? En este sentido, es importante entender el lugar esencial que ocupa la Palabra de Dios. Es cierto que Dios se puede valer de muchas situaciones de la vida para hablarnos, pero en general lo hará a través de la Biblia, ella es la Palabra de Dios, ya nos habló a través de ella y todo lo que entendamos que Dios quiera decirnos por otros medios debe estar en consonancia con ella. Las Escrituras son la fuente y el marco en el que Dios habla. 

Por otro lado, es necesario entender que, como todo vínculo, el conocimiento de la voz de Dios provendrá de una relación continua con Él. Nada, ni siquiera el más alto nivel de erudición bíblica, reemplazará una experiencia directa y perseverante con Jesús. Dios se muestra y se revela a través de nuestra vivencia de discipulado, a medida que caminamos con él. El discipulado es un aprendizaje permanente en el cual nuestra posibilidad de reconocer la voz de nuestro pastor se va agudizando. Esto no hace a un costado las Escrituras ¡Todo lo contrario! ella es la Palabra de Dios y necesitamos conocerla y obedecerla, sin ella nuestro seguimiento es imposible. Pero el discipulado cristiano no es una lista de cosas para hacer, una grilla de conductas que no se deben practicar, o un cúmulo de información que tenemos que adquirir ¡Es mucho más que eso! Se trata de seguir y conocer a una persona que nos ama, que nos habla y que desea comunicarse con nosotros.  

Oro para que tu estudio de la Palabra de Dios sea cada vez más dedicado, para que el Espíritu Santo te revele la voz de Dios y a Jesús en ella, y para que experimentes una vida de discipulado apasionante detrás de aquel que decidimos amar y seguir.

¡Dios te bendice!

Pr. Matias Cortez. 

 

 

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