Con todo, yo me alegraré [Habacuc 3:17-19]

La verdadera felicidad no puede estar supeditada a los acontecimientos de la vida.  No puede sólo ser consecuencia de un buen estado de ánimo.   De ser así, es imposible “estar siempre gozosos” (1 Tes. 5:16)

El ser dichoso, bienaventurado o muy feliz debe estar afirmado sobre la soberanía de Dios.  Si Él gobierna mi vida, entonces puedo ser bienaventurado aún en medio de las lágrimas. Si Él gobierna mi vida nada de lo que me sucede es para derrotarme, sino para fortalecerme.  Sin pruebas y dificultades nunca tendríamos la posibilidad de disfrutar la victoria.  El que sufre el fortalecimiento del entrenamiento, disfrutará la bienaventuranza del triunfo.

Sé bienaventurado si hoy te toca llorar, porque serás consolado (Mt. 5:4)

Hay heridas que te hacen doler, pero, en definitiva, serán de gran bendición.  

El profeta Habacuc vivió el dolor de ver caer la ciudad amada de Jerusalén en manos de los caldeos.  Pero en medio de esas lágrimas encontró una vigorosa fuerza en el Señor.

A pesar de todas las desgracias que enumera en 3:17, él logró alegrarse en Jehová y gozarse en Dios.  No puso su foco en lo malo, sino que se enfocó en Dios.  Declaró: “con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación”. 

Lo que hemos vivido recordémoslo como aquello que Dios uso para acercarnos a Él o para fortalecernos.  Y para lo que venga, sea lo que sea, estemos enfocados en Dios.

Declaremos como el profeta: “¡¡con todo (sea bueno o sea malo), yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación!!”

 

Feliz Año Nuevo!!!

Oro para que el Señor te regale la posibilidad de gozarte y alegrarte en Él.

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

Devocionales anteriores