Según algunos estudios, se dice que los seres humanos tomamos un promedio de 35 mil decisiones al día.  Lo curioso es que somos conscientes solo del 1 % de ellas.  El resto las toma nuestro cerebro en forma automática.  Por eso es muy importante entrenar nuestra mente para que tomemos decisiones correctas.

 Según este pasaje, hubo que tratar un tema muy relevante para la vida de la Iglesia naciente.  La discusión era si los nuevos cristianos, que no pertenecían a la cultura judía, debían ser circuncidados o no.  Requería una decisión sabia, apropiada y llena de sabiduría.  Toda la doctrina del nuevo pacto en Jesucristo dependería de eso.

 El debate requirió que los líderes y apóstoles se convocaran en Jerusalén para definir los pasos a seguir.  El asunto fue muy discutido.  Cada uno expresó el testimonio recibido del Señor, tuvieron que tomar una decisión y comunicarla al resto de los hermanos.

 Este pasaje nos deja en claro que no fue solo el parecer de los apóstoles o de un grupo.  Comienza diciendo que le “pareció bien al Espíritu Santo…”, luego a ellos.  Lo importante es tomar decisiones según el parecer de Dios, no tanto según el nuestro.

 ¿Tomás decisiones solo según tu parecer? O ¿buscas primero que le parezca bien al Espíritu?  

Hay decisiones triviales en las que podemos aplicar nuestro parecer.  

Pero, hay otras que son muy relevantes, que no podemos darnos el lujo de no tomar en cuenta el parecer del Señor.  Son esas que afectan la salud personal y familiar, que involucran la relación con el cónyuge, que desafían la economía, que ponen en riesgo amistades y que hacen peligrar el empleo.  En esas debemos buscar en oración el parecer del Señor.  Debemos buscar que le parezcan bien al Espíritu Santo.  No podemos quedarnos solo con nuestro parecer.  

 Esa decisión que tomaste: ¿le pareció bien al Espíritu Santo y a vos? O ¿fue solo tu parecer?

Esa decisión que estás pensado tomar: ¿le preguntaste a Dios cuál es su parecer sobre el asunto?

 Que cada decisión que tomemos sea en acuerdo de “bien pareceres”, entre el Espíritu Santo y nosotros.

¡¡Buena semana!!

Pr. Carlos Nelson Ibarra