Lo esencial del servicio [Juan 13:5]

 

Extraordinario ejemplo nos dejó Jesús acerca de lo esencial del servicio. 

Él es el más grande de los grandes y la piedra principal. Es el gobernador absoluto de todo el universo. En Él comienza todo y en Él termina todo. Él es el que estuvo muerto, pero ahora vive para siempre.

Él, Jesús, nos enseñó la esencia del servicio. Él está entre nosotros como el que sirve, no como el que está sentado a la mesa para que lo sirvan. Él es, por quien Dios, nos sirve un banquete en momentos duros y angustiosos de la vida y nos regala una morada eterna junto a Él.

Sabemos que nadie quería cumplir con el necesario papel de ser el lavador de pies. Esa tarea era para el más inútil de los esclavos o sirvientes de una casa. Nadie se iba a rebajar a ese lugar ante sus compañeros. “Somos todos iguales”, diría alguno de ellos. Otro pensaría que es una tarea asquerosa para alguien de su nivel. Y, quizá, otro diría que está llamado a cosas más grandes.

Jesús se sacó el manto —símbolo de autoridad y maestría— y se colgó una toalla, hizo lo que nadie quería hacer. Les enseñó que la esencia del servicio es el amor, los amó hasta el fin. Les enseñó que el servicio es hacia todos, aun para aquellos que te traicionarán y dejarán solo. La esencia del servicio es darle al otro lo que necesita sin esperar ninguna reacción favorable. 

Él nos dejó ejemplo para que hagamos entre nosotros como Él lo hizo. Servir a los demás es manifestar el profundo amor que hemos recibido de Dios par volcarlo con acciones benéficas sobre los que nos rodean. Servir a los demás, aunque pueda parecer una tarea, no deseable, pequeña, insignificante o asquerosa, nunca cambiará lo que eres ni modificará tu identidad. Aunque luego te fallen, sigues siendo Hijo de Dios. Jesús se puso a lavar los pies de sus discípulos y nunca dejó de ser Maestro y Señor.

Nunca dejes que la conducta o dichos de otros condicionen tu servicio. Si amas a Dios, serví. 

Serví para solucionar una necesidad de alguien, no te enfoques en lo que ellos hagan después.

Serví por amor a Dios, no para que entiendan o te aplaudan por lo que hiciste.

 

Pr. Carlos Nelson Ibarra 

 

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