Mujeres, mamás [1 Samuel 2:17-21]

El Señor estableció que todos naciéramos de una mujer. Honro a las mujeres por la dignidad única que Dios les ha dado.

Algunas —por esas cosas que cuesta comprender— no pueden ser mamás desde lo biológico. Pero no se quedan en el hecho negativo de esa prohibición, sino que van más allá de ese dolor. Son madres de corazón. Siguen intactos en ellas los instintos maternales que el Creador le dio.

Este fin de semana celebramos el Día de la Madre. ¡FELIZ DÍA MAMÁS!

Ana fue una mujer, una mamá, que supo entregar en las manos del Señor a su hijo. El más buscado, amado e implorado.  Lo puso en las manos de Aquel que fue bueno con ella. En las manos de Quien le permitió ser mamá. En las manos de Quien era capaz de hacerlo crecer, siendo acepto delante de Dios y de los hombres.

Fue una madre, como la mayoría de las actuales, que proveyó siempre para el crecimiento espiritual y físico de su hijo.

Es curioso ver que cuando uno entrega a Dios lo que más ama, aquello por lo que tanto oró, Él se encarga de proveer muchísimo más de lo que “hemos pedido”. 

Ana pidió un hijo que luego entregó al Señor. Y Él le regaló tres varones y dos mujeres más. Le dio la dignidad de ejercer el oficio materno por el resto de sus días … 

Gracias mamás. Encuentro en ustedes un paralelo de amor e intercesión con Ana.  Gracias mamás por entregarnos en las manos del Señor para que Su propósito se cumpla en nosotros.  Gracias por proveer todo lo necesario para crecer física y espiritualmente.

¡Gracias por ser mamás!

 

Pr. Carlos Nelson Ibarra

 

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