Como sabemos, Zacarías es contemporáneo al profeta Hageo.  Ellos profetizaron en medio de la restauración de Jerusalén.  Esta ciudad fue elegida por Dios para hacer saber al resto de las naciones de Su grandeza, poder, misericordia y amor.

Dios dice que restauró a Sion para hacer Su morada en Jerusalén.  

Esta es una tremenda realidad: el Señor restaura.  Todo estaba en ruinas, pero Él lo restauró para vivir allí.

Antes era una ciudad abandonada y desolada.  Ahora es la ciudad de la Verdad.  La ciudad donde vive la verdad, donde la mentira no tiene lugar y donde el engaño no reina.  Es la ciudad donde la palabra de Dios —la verdad—, rige la conducta de sus habitantes.  

El Monte de Sion —lugar puntual donde se ofrece adoración— ahora tiene un nombre sublime: Monte de Santidad.  Es un lugar alto, apartado solo para Dios.  Lugar donde no habrá otro foco de adoración más que el Señor.  Es un lugar apartado solo para la adoración del único y verdadero Dios. 

El Señor restauró nuestras vidas, nos hizo nuevos y vive en nosotros.  Somos Su morada.  Nos cambia el nombre, no más estafadores que caminábamos en mentira.  Hoy somos gente de la Verdad.  Gente que intenta regirse por su Palabra.  Somos personas que edifican sobre la roca firme de sus dichos y guardan sus dichos para no pecar contra Él.

Dejamos de ser idólatras y fetichistas para ser un Monte de Santidad para Él.  Hoy adoramos al único Dios verdadero.  Adoramos a aquel que nos amó, nos restauró y vino a habitar en nosotros y entre nosotros.

Por la fe en Jesucristo, Dios te restauró y vive en vos.  Te cambió el nombre y te apartó solo para Él.  No vivas más en la destrucción, el abandono y la desolación.  Sos de Cristo, no de la mentira.  Sos de Cristo, no del pecado.  Él te restauró, viví en la verdad y en la santidad.

 

¡Buena semana!

Pr. Carlos Nelson Ibarra  

 

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