Zacarías es contemporáneo de Hageo. Comenzó a profetizar solo un par de meses después de este. En el capítulo 8, Dios muestra su amor y misericordia en promesas poderosas de restauración para la ciudad de Jerusalén. Él la ha restaurado, vive en ella, la llama ciudad de Verdad y monte de Santidad.

La restauración es multigeneracional. Serán muchos los ancianos que andarán con sus bastones. Dios promete largura de días para su pueblo y seguridad para que ellos paseen por las calles de la ciudad.

Él muestra Su acompañamiento hasta la ancianidad. Dios se complace en cuidar de aquellos que ya tienen multitud de días. La confianza en Él puede y debe mantenerse hasta los últimos años de nuestra vida.

Leí un escrito que movilizó mi espíritu a ser muy determinado y confiar en el Señor hasta el final de mis días. Decía: “Has sido el Dios de mi niñez, el Dios de mi juventud y por la firme esperanza que me diste, sé que serás el Dios de mi vejez”.

Honro a mis hermanos mayores. Honro a esos varones y mujeres que aún con largura de días en su ser, todavía siguen siendo ejemplo de fe en nuestro Señor. Los honro no solo porque nunca claudicaron, sino que mantuvieron bien en alto su confianza en Dios.

Qué poderoso es mantener una fe estable durante toda la vida. Todos los años que tenemos por delante confiaremos, serviremos, honraremos y amaremos a nuestro Señor Jesucristo. Aún con bastón y lento caminar, mantendremos en alto nuestra confianza en Él. Aún con poca fuerza física, estamos seguros de que nuestro hombre interior se renueva de día en día como un valiente guerrero en el Señor.

 

Pr. Carlos Nelson Ibarra

 

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