Dios nos hizo nacer en una familia.  Allí está la prioridad del servicio.  Nuestro primer lugar de ministerio es la familia.  Servimos según la función temporal que nos toca, aunque hay momentos donde esas funciones se superponen.  

Nacemos y servimos siendo hijos.  Dios trata con nuestra obediencia y sujeción a la autoridad.  Aprendemos a servirle honrando y obedeciendo en el Señor a nuestros padres.

Luego le servimos como cónyuges.  Seguimos siendo hijos, pero ahora estamos casados.  La fidelidad y el sometimiento mutuo en el temor del Señor, son la prioridad.  

Como esposa tu servicio está en sujetarte y respetar a tu marido.  

Como esposo servís a Dios amando a tu esposa y entregándote por ella como Cristo lo hace por la Iglesia.  También lo haces siendo agente de Palabra y de santificación para la familia.

Con el tiempo se vuelven a superponer los roles, pues somos hijos, esposos y ahora padres.  

Debemos ser buenos padres, sin descuidar los roles anteriores.  

Tenemos que tratar sabiamente a nuestros hijos para no generarles estados de ira y/o resentimientos que los estorben en el futuro.  Debemos criarlos, no con disciplinas caprichosas y enfermas por nuestro pasado no resuelto, sino en la disciplina e instrucción que el Señor nos da.

¡Qué privilegio tenemos de servir a Dios, sirviendo a nuestra familia!

Si sos hijo, honra a tus padres.  No lo hagas por su buena o mala conducta, hacelo porque Dios los elegido para que vos existas.  Fue Su idea que ellos sean tus padres, no tuya.

Si estas casado amá, respetá, cuidá, santificá y sométete a tu cónyuge.  Es un misterio extraordinario y poderoso el de Cristo y la Iglesia.  Honrar la vida matrimonial es similar.  Hay extraordinarias y poderosas bendiciones cuando servimos al Señor siendo fieles y buenos cónyuges.  

Y si sos padre, criá a tus hijos sin llevarlos a enojos innecesarios que los resientan para el futuro.  Críalos con disciplina espiritual para que acepten el trato de Dios en sus vidas.  Y educalos en las instrucciones que Él nos dejó en su Palabra.

¡¡Es un privilegio servir a Dios en nuestra familia!!

Ese es el primer lugar de servicio.

 

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

 

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