Uno de los síntomas que produce la incertidumbre es falta de fe. La familiaridad con aquellos que nos cuentan las grandezas del Señor hace que nos cueste creerlas. Tenemos que vivir nuestra propia experiencia "palpable" con el Señor como le pasó a Tomás. Creo que la incertidumbre que enfrentaba por todo lo sucedido con el Señor nubló su visión espiritual y no pudo ver con los ojos de la fe.

A muchos les está pasando lo mismo. Parece que la incertidumbre de lo que vivimos les está produciendo una miopía espiritual. Les cuesta confiar en la Palabra de Dios. La fe se reduce a conceptos humanos y a las escasas posibilidades terrenales. Escuchan acerca de la fe de otros, pero no les alcanza para estar confiados y en paz. Se pierden la dicha, la bienaventuranza, de creer sin tener la necesidad de ver.

El Señor se le apareció a Tomás y lo libró de la incertidumbre. Lo llevó a ser un hombre lleno de certeza y fe. Hoy, también, Él está en medio de nosotros anunciándonos su paz y mostrándonos las marcas de su padecer amoroso. Aunque ninguno de nosotros metió el dedo en el lugar de los clavos ni la mano en su costado, como nunca antes nos desafía a creer en su victoria. Él venció a todos nuestros enemigos. Somos libres del pecado (en su sangre hay perdón), no se enseñoreará más de nosotros. Somos libres del Diablo (Él pagó por nuestra libertad), no ignoramos sus maquinaciones. Somos libres de la muerte (Él la venció al resucitar), nunca nos podrá retener. Somos libres de la muerte segunda (Él nos prepara una morada en el cielo y pronto vuelve a buscarnos), el lago de fuego y azufre no es para nosotros. 

¡Aleluya! Miremos con ojos de fe las heridas que pagaron el precio de nuestra victoria. Caminemos en la certeza absoluta de que Él es “¡Señor nuestro y Dios nuestro!”. Sigue mandando en forma soberana y continúa estando por sobre todo y todos. Nada escapa de su señorío y dominio.

¡La incertidumbre de esta situación no podrá con nosotros!

 

Pr. Carlos Nelson Ibarra

 

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