Es realmente imposible conducir un vehículo hacia adelante con la vista puesta en el espejo retrovisor.  Así como también lo es manejar un arado tirado por bueyes, en forma apropiada, mirando para atrás.

De la misma forma, es imposible ir hacia el futuro anclado en el ayer.  Nunca veremos el futuro con claridad si nos quedamos en lo vivido, sea malo o sea bueno.  Si es malo, lo miramos con rencor y remordimiento, es una carga muy difícil de llevar que nos impide avanzar.  Si es bueno, lo vemos con añoranzas y no lo soltamos para ir por lo mejor.  Lo bueno siempre es enemigo de lo mejor.

Dios, el Señor del tiempo, nos dice: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis?”

Nuestro planteo de la vida se limita a ver solo el pasado temiendo al futuro.  Mientras que el planteo de Dios es mirar el mañana con esperanza.  No permitas que las experiencias del ayer te impidan ir por todo lo nuevo que Dios tiene para tu vida.  No te detengas en lo vivido, anda por buenas y nuevas cosas que pronto verás.  Cosas buenas y nuevas que Él está haciendo para vos.

Mañana tendremos un nuevo amanecer, un nuevo desayuno, un nuevo día para vivir, nuevas experiencias, nuevas situaciones que enfrentar, una nueva forma de pensar, nueva esperanza... Y lo más importante, nueva misericordia para disfrutar. 

Viene algo bueno y nuevo de Dios para vos.  Pronto lo verás.  No te quedes sin conocerlo.

 

Ptr. Carlos Nelson Ibarra.

Devocionales anteriores