Cuando Dios nos llama a hacer alguna cosa, solemos argumentar excusándonos de muchas maneras. Usamos argumentos que hacen minimizar lo escuchado, o que nos permitan postergarlo en el tiempo. A veces los argumentos son muy sólidos y hasta espirituales pero sólo reflejan nuestro temor al futuro. Son argumentos que dejan ver nuestra falta de fe o de confianza en quién nos ha llamado.

En un momento de su vida, Moisés quiso poner excusas para no cumplir la misión o llamado de Dios. Dios le respondió en forma contundente y hasta diría que enojosa.

Moisés argumentó ciertas cuestiones personales para no cumplir con esa orden. ¡Puso excusas! Aunque alguna de ellas eran reales.

Lo primero fue argumentar con una falsa apreciación de sí mismo: “quién soy yo” dijo. Excusa muy común entre nosotros. ¡No me conoce nadie! ¡No... a mí no me va a salir! Frases que suelo escuchar.

Luego fue decir “no me van a creer” “tengo miedo al qué dirán”

La última fue que no era elocuente en su hablar. ¡No sé qué decir! ¡Cuando hablo nadie me presta atención!

El Señor siempre destruyó sus excusas, prometiendo Su capacitación, Su compañía, Su cuidado, Su respaldo y Su provisión.

Por último, Moisés confesó que no quería ir. “Mandá a otro”, básicamente fue el argumento. Dios se enojó: “¡Vas vos y listo! ¡Te va a acompañar Aarón!”. Esa fue la orden divina.

¿Cómo andamos con las excusas que le ponemos al Señor? y ¿a su llamado? y ¿a sus pedidos u órdenes? Dios siempre se sale con la suya.

¡Dejemos de argumentar y poner excusas! Cumplamos con la misión que el Señor tiene para nosotros.

¡Que este 2015 sea un año libre excusas! Hagamos lo que tengamos que hacer en nuestra familia, trabajo, escuela, facultad, barrio, ciudad y ministerio.

Dios llama; El capacita. Dios envía; El acompaña. Dios impulsa; El provee todo lo necesario.

¡Feliz año nuevo! ¡Libre de excusas!

 

Devocionales anteriores