Juan 4:26: “Jesús le dijo: ese soy yo, el que está hablando contigo”.

Una de las características que le da relieve al evangelio de Juan es que en él encontramos conversaciones de Jesús a nivel personal con ciertas personas que no eran de las más cercanos. Entre ellos hubo una mujer a la cual Juan le dedica 40 versículos del capítulo cuatro. Sin dudas, Juan quería transmitir no solo el interés de Jesús en las multitudes sino en el corazón de cada persona.

En su extenso diálogo, en el cual Jesús se acerca a esta mujer con mucha audacia, hay un momento en el cual, con una frase, destraba todas las palabras que venían teniendo. La mujer le dice que “sabía que iba a venir un Mesías, y que le contaría todas las cosas”; y Jesús la sorprende y le contesta: “Soy yo, el que está hablando contigo”. La mujer no dijo más nada, seguramente le cerró todo lo que habían estado hablando hasta ahí, llegaron los discípulos, ella en silencio dejó la vasija y volvió a la ciudad a decirle a todos lo que había sucedido.  

Si revisamos nuestro camino, seguramente, vamos a encontrar muchas oportunidades en las cuales nos encontremos con Jesús de alguna manera, él estaba en el medio de la situación, pero no lo habíamos percibido. Fueron momentos en los que él estaba, pero no nos habíamos dado cuenta que era él, no lo habíamos visto, hasta que Jesús decidió revelarse y nos dijo “Soy yo”, y todo tuvo sentido.

El interés de Jesús sigue siendo tu vida hasta el más mínimo detalle. Se acerca, te escucha, te comprende y se muestra. Su deseo no es esconderse sino revelarse y que nosotros lo conozcamos mucho más cada día. No dudemos nunca de su compañía y de su amor. ¡Es él! y sigue siendo el mismo.

Dios te bendice.

Pr. Matias Cortez.

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