La mansedumbre y su herencia [Mateo 5:5]

 

 

Según este versículo, ser muy feliz está reservado para los que tienen la virtud espiritual dada por Dios de ser mansos.  No es ser un pusilánime de quien todos se aprovechen.  Tampoco es ser suave, apacible, tranquilo o rebajarse cobardemente renunciando a legítimos derechos.

La mansedumbre de la cual se habla aquí hace referencia al sentir que hubo en Cristo.  Que aprendamos de El que es manso y humilde de corazón.  Que aprendamos a no tener un ánimo dado a la ira o a la soberbia o a la malicia.  Que aprendamos a no tener un espíritu rencoroso y vengativo.  Que aprendamos a ser dóciles, apacibles, pacientes con quienes nos ofenden.  Que aprendamos a no devolver mal por mal.

Ser mansos es estar prontos a vencer “con el bien el mal” (Ro. 12:21).  Ser manso es sacrificar ciertos derechos, no por cobardía, sino para servir de mejor manera al Señor.  Ser manso es confiar y esperar plenamente en Dios, no en uno mismos.

La herencia que reciben es la tierra.  No la material.  No los terrenos loteados para comercializar.  

Es la tierra desde la perspectiva del lugar donde vivimos y nos movemos.  La tierra es de los mansos, porque es de Dios (1Co. 3:21-23).  La tierra y sus habitantes estarán disponibles como herencia de Dios para que el Reino de los cielos se les revele a través de nuestra persona.  

Los mansos son aquellos que aprenden a vivir por el sentir perfecto de Cristo.  Los mansos son bienaventurados porque ellos recibirán la tierra por herencia.

El espíritu manso siempre acarrea bendición.  Pero la falta de ese espíritu solo traerá violencia, destrucción y muerte.

Disfrutemos y cuidemos nuestra herencia!!

 

Buena semana!!

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

 

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