Todo el mal se levanto contra el Mesías.  El infierno estaba expectante de su victoria al ver morir a Jesús en la cruz.  Se habían reunido en ese preciso instante todos los demonios para contemplar ese momento.  Por eso hubo tinieblas sobre toda la tierra.  Tinieblas que reflejaban en forma material la conglomeración de maldades más grande de la historia.  Todas ellas estaban sobre Jesús mientras los demonios observaban triunfantes.

Nada sucede en este mundo si Dios no lo permite o si Él no lo autoriza.  Todo lo que el mal pueda hacer cuenta con la autorización divina.  Sin Su permiso no pueden ni podrán hacer nada.  A Job le sobrevino el mal, porque Dios autorizó a Satanás para que lo toque.  Puede parecernos raro, pero es así.  Dios sigue siendo el gobernante absoluto del universo.  Nada sucede sin que Él lo sepa y lo autorice.

Estamos en tiempos particulares.  Nuestros diputados aprobaron la media sanción para que el aborto sea legal.  Es una ley que autoriza a matar niños indefensos dentro del vientre materno.  Parece que el mal está ganando.  Parece que el infierno festeja su media victoria.  Igual que aquel día.

Dios siempre tiene la última palabra y se guarda Su última jugada para mostrar Su propósito eterno.  El diablo pensaba que en la muerte de Jesús estaba su victoria. Pero Dios tenía otros planes, estaba pagando el precio legal que demandaba el pecado para la salvación de toda la humanidad.  La victoria diabólica se cambió en una gran derrota cuando al tercer día Dios resucitó a Jesucristo de los muertos.  Allí se vio el verdadero plan y fue la última palabra de Dios.  Su propósito redentor se había cumplido.

De la misma manera, aunque el espíritu de muerte piensa que está logrando su objetivo maldito, Dios se está guardando la última palabra. Llegará el momento donde el Dios de los cielos se levantará como vencedor absoluto sobre toda situación de muerte y maldición.

¡¡Confiemos, que a Dios nadie le gana!!  ¡¡Él siempre vence!!  Ni el diablo podrá quebrar el propósito eterno de nuestro Señor.  

Sigamos orando y defendiendo toda vida.  Nunca dejemos de reconocer que fue su amor el que nos perdonó.  Sigamos orando y amando a los que, cegados por el diablo también, necesitan luz de Dios en sus vidas.  La verdadera lucha no es de colores, es de espíritus.  La lucha no es carnal, es espiritual.

Confiemos.  Dios vencerá!!

 

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

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