La oración es ese estado íntimo y comunicativo, del espíritu humano guiado por el Espíritu de Dios, que nos pone en contacto con el Creador. Nos conecta con aquel que es Eterno.  Nos da acceso al trono de quien es Todopoderoso.  Nos da intimidad con el Dios de nuestras vidas, que perdonó nuestros pecados y que nos abrió el camino de regreso hacia Él.

La fe es aquella certeza y convicción que toma nuestro espíritu y nuestra mente movilizándonos a actuar confiados.  La fe nos hace saber que Él nos escucha y que nos responderá.  La fe es saber fehacientemente que Dios siempre presta atención y siempre responde nuestras oraciones.  La fe hace que creamos sin reservas lo que Él ha dicho en su Palabra.

Según este pasaje la oración y a fe (creer) son inseparables para recibir lo que pedimos.  Esta promesa está en el contexto donde Pedro ve que la higuera, a la cual Jesús le había dicho “nunca más nadie coma fruto de ti” (Mc. 11:14), se había secado.  Le comenta sorprendido a Jesús lo que veía y el Señor les brinda una enseñanza sobre la fe y la oración.

Había pasado sólo un día desde que Jesús dijo esas palabras sobre la higuera.  Él les enseña que la oración y la fe van siempre de la mano y que de esa manera siempre funcionan.  Así se recibe lo que pedimos.

Nunca tenemos permiso divino para que nuestras oraciones sean sólo expresiones religiosas y huecas.  Mucho menos en este tiempo.  Es tiempo donde deben ir acompañadas del “creer” para que las cosas sean hechas.  El cuidado y la salud vienen cuando oramos creyendo.  La situación financiera es transformada cuando oramos creyendo.  La  armonía llega a nuestros hogares cuando oramos creyendo.  La victoria sobre toda peste, incluso sobre el Covid19, viene cuando oramos creyendo.  

La oración y la fe son inseparables para  recibir lo que pedimos.

Buena semana!!

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

 

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