La Biblia compara al ser humano con diferentes animales.  

Una, de muchas otras comparaciones, es que Dios nos compara con las águilas.

El águila es un ave muy particular.  Tiene la capacidad de volar y anidar en las alturas.

Su vuelo es majestuoso y sublime por sobre todas las cosas.  Su visión del asunto es muy aguda.  

Dios nos da la capacidad de levantar alas como las águilas, dice Isaías.  

Eso es volar por encima de las dificultades.  Dios nos da la capacidad de estar sobre los problemas, no debajo.  Sobrevolarlos y no ser aplastados por ellos.  

La condición es esperarlo a Él.  “los que esperan a Jehová”.  Isaías 40:31

El águila enfrenta, en un momento de su vida, la decisión de seguir viviendo o de entregarse a una agónica muerte.  El ave debe enfrentar su rejuvenecimiento.  Salmo 103:5

Es un periodo muy difícil y doloroso.  Se esconde en el hueco de algún peñasco.  Y allí comienza a sacarse con su pico y garras las plumas envejecidas y pesadas, que son un lastre para realizar vuelos.  

Luego con su pico se arranca las garras que ya están desgastadas y sin poder de agarre.  Termina su proceso golpeándose contra la peña para sacarse el pico viejo y desafilado.

Queda en un estado de vulnerabilidad absoluta.  Solo depende de su creador.  Pocos días después comienzan a crecerle nuevas, livianas y muy delicadas plumas.  También sus garras se renuevan, y por último le crece un nuevo poderoso y afilado pico.

Si pudiéramos preguntarle ¿Cómo la está pasando?  

Nos respondería quejándose del dolor que le causa todo ese proceso.  Seguro que hablaría del hambre que está pasando por no poder cazar.  Manifestaría lo solo que se siente y cuán lejos está de su propósito.   

Lo curioso es que él sabe que al culminar este proceso recuperará su vigor.  

Sabe que una vez más podrá desarrollar esos vuelos únicos y magistrales.  Sabe que volverán las cacerías asombrosas que lo caracterizan.  Sabe que tendrá nuevas fuerzas.

Dios diseñó el sufrimiento para rejuvenecerlo.  Con nosotros es igual.  

Somos propensos a ver el dolor y el sufrimiento como destructivo y no podemos verlo como un proceso de fortalecimiento.  Satanás quiere que suframos y su objetivo es destructivo.  

En cambio, Dios, al esperarlo a Él, hace que la prueba se transforme en nuestro rejuvenecimiento.  

Nuevas fuerzas vendrán a los que esperan a Jehová “levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”

‭‭‬‬El dolor, la soledad, el hambre, el despropósito son reales… pero… el rejuvenecimiento es el objetivo divino.  Dios siempre gana y aunque el Diablo quiera destruirte, Dios quiere que levantes alas como el águila y vueles aún más alto.  Quiere que andes en las alturas que Él diseño para ti.

¡No le temas a los problemas, solo suceden para rejuvenecerte!

 

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