A Dios no le interesa tanto nuestras capacidades, porque Él nos capacita.  Tampoco le interesa si somos sabios, Él nos la da abundantemente y sin reproche.  Mucho menos le interesa lo material que tenemos o dejamos de tener, suya es la plata y el oro, el mundo y los que en le habitan.  Él es Dios proveedor.

A Dios le interesa es nuestra disposición.

Él nos creó con la libertad de decidir.  La disponibilidad requiere la decisión de cada uno de ponerse al servicio.  Ante eso, Dios, se auto limitó a esperarnos.  Él nos seduce, nos atrae hacia él con lazos de amor, pero sigue respetando nuestra decisión (libre albedrío)

Los amigos de Job juzgaron erróneamente el estado espiritual de él.  Creyeron que lo que le pasaba era porque estaba en pecado y lejos del Shadai (Todopoderoso).  Pero los consejos que le dieron eran excelentes. Eran verdades espirituales profundas.

Este amigo le dijo: “si te dispones a buscar al Señor con todo tu corazón, rindiéndote a Él”.   “Si te arrepentís de tus pecados y sacas la iniquidad de tu vida y familia”.  Van a suceder todas estas cosas.

Y le detalla una lista muy deseable de beneficios.

Si cumplimos con esos requisitos, lo bueno del Señor, sin dudas, vendrá a nuestra vida.

Se irá la vergüenza, el miedo y seremos fuertes.

Nos acordaremos de las miserias pasadas como algo insignificantes, como acordarnos del agua que pasa corriendo en el cauce de un arroyo.

La vida se nos hará resplandeciente, ningún problema podrá oscurecerla.

Nos llenaremos de esperanza, dormiremos seguros y nada nos sobresaltará.

Muchos querrán ser nuestros amigos.

Cuantos beneficios llegan a nuestras vidas al disponernos humildemente a buscar al Señor.  Dispongamos el corazón para rendirnos ante el Shadai.  Hagámoslo todos los días.  Arrepintiéndonos de nuestros pecados y sacando toda iniquidad de mi vida y familia.

Bendigo tu vida y corazón para que estés dispuesto a rendirte al Señor.

 

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