Vaciemos el tacho [Filipenses 4:8-9]

8Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.   9Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

Una cosa que suele pasar en casa, y he visto que en otras también, es que a nadie le gusta vaciar el tacho de basura.  La mayoría de los integrantes de la casa al ver que está lleno, levantan los laterales de la bolsa y le hacen una especie de “parecita” para que entre lo que ellos van a tirar.  El problema lo tendrá el que bien atrás.  La responsabilidad de sacar la basura queda en aquel que encontró el tacho lleno.  Pues ya no hay lugar para lo que él quiere arrojar.

Nuestra mente es como un recipiente que se va llenando de cosas.  A veces, y más seguido de lo que pensamos, se llena de basura.  Dejamos que cosas malas, depravadas y pesimistas inunden nuestra  mente.  El mundo y lo que percibimos por nuestros sentidos llenan nuestros pensamientos de miedos, odios y venganzas.  

Se va llenando el tacho y parece que no estamos dispuestos a vaciarlo.  No cambiamos los pensamientos y seguimos sosteniendo nuestro odio, miedos, perversiones, pesimismos porque creemos que es responsabilidad de otro limpiarnos.

¡Vaciemos el tacho!  

Rindamos nuestros pensamientos a Dios y obedezcamos la orden divina.

Pensemos en todo lo que sea verdad y la mentira no tendrá lugar.  Pensemos en todo lo honesto, todo lo puro, todo lo amable y la perversión no encontrará cabida.  Ocupemos nuestra mente en todo lo que sea de buen nombre, busquemos la virtud del asunto y el pesimismo, la queja, los miedos y el odio no tendrán espacio.  

¡Vaciemos el tacho de toda la basura que solemos acumular!  

Llenémoslo de pensamientos que manifiesten paz interior.

Esa es la garantía de que el Dios de paz está con nosotros.

 

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