Dios nos ha otorgado por derecho creacional la capacidad de decidir.  Tomamos aproximadamente, en promedio, unas 2000 decisiones al día.  A veces más y a veces menos según la edad y el trabajo que realicemos.

Cada decisión tiene una consecuencia o resultado.  La mayoría de las veces el resultado es bueno.  Otras veces el resultado termina destituyendo algo en nosotros.

Esdras era sacerdote y escriba (título que se le daba a los copistas y lectores de la ley de Moisés).  Fue un personaje muy relevante en la nación de Israel.  Fue protagonista en la reconstrucción del templo de Jerusalén cuando regresaron del exilio en Babilonia.  Fue quien leyó, durante todo un día, la ley a los oídos de todo el pueblo.

El protagonismo de Esdras llegó a ser posible porque preparó su corazón para inquirir, para obedecer y para enseñar la Palabra.  Muchas veces nos quedamos a mitad del asunto.  Las cosas no llegan a suceder porque nuestra voluntad se queda estancada.  A veces nos disponemos a inquirir (conocer) la Palabra; pero no preparamos el corazón para obedecerla. Solo queremos conocer acerca de, pero no queremos hacer lo que ella nos manda.  No estamos dispuestos a movernos en la confianza de que ella se cumplirá.

Si no la conocemos, la ignorancia de las Escrituras nos hace presa fácil del error.  Si la conocemos y no estamos dispuestos a obedecerla, nos transformamos en rebeldes.  Si la conocemos y decido obedecerla; pero no ministramos con lo aprendido de ella, el propósito general de Dios para mi vida no se cumple.  Esdras preparó su corazón para las tres cosas y el Señor lo usó para guiar al pueblo de regreso a la fe y a reconstruir la adoración al único y verdadero Dios.  

Preparemos nuestro corazón.  Volquemos nuestra voluntad para conocer, obedecer y enseñar la Palabra.  No paremos hasta ver rendida nuestra voluntad a las tres cosas.  Seamos protagonistas guiando a muchos de regreso a la fe y a la verdadera adoración de nuestro Señor.  

 

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

 

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