El todo del hombre [Eclesiastés 12:13-14]

 Eclesiastés es uno de los libros que más me gusta de toda la Biblia.

Es un libro donde el escritor reflexiona sobre todos los aspectos de la vida.

Reflexiona sobre aquello que los seres humanos le damos valor.  Cosas que ocupan nuestro tiempo, fuerzas y energías.  Cosas por las cuales nos cargamos de ansiedades.  Cosas por las que a veces nos preocupamos demasiado.

Dice que se ocupó de crecer económicamente y también sus bienes trabajando desmedidamente.  Concluyó que “eso” era un buen regalo de Dios; pero que aún mejor regalo divino es poder disfrutar del fruto de ese trabajo.

También se ocupó de crecer en sabiduría, inteligencia y conocimiento y concluyó que todo eso era vanidad, o como lo dicen otras versiones “es como querer atrapar el viento con las manos”.

Usó de todos sus sentidos para el placer.  No se limitó en nada.

Degustó todos los manjares que podía comer, miro todo lo que quiso ver, tocó todo cuanto se le dio la gana tocar y se entregó a todo tipo de placer que se le ocurrió vivir.

Aún todo eso no lo dio la plenitud de vida que buscaba.

Todo en la vida es pasajero.  Ninguna cosa que hagamos nos dará verdadera plenitud.  Sepamos que cada cosa tiene su tiempo y su lugar.  Y que toda obra será juzgada por Él.

Finaliza su discurso enseñando que lo más importante es temer del Señor.   Andar obedeciendo sus mandamientos y siempre reconociendo la grandeza, magnitud, tamaño, fuerza, poder y santidad de nuestro Dios.

Eso es lo que de verdad nos hace completo.  Eso es “el todo del hombre”.  Eso es lo que de verdad nos da plenitud.  

Nuestro “todo” es temer y obedecer al Señor.

 

Buena semana.

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

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