Cambiando el curso [1 Samuel 1:11]

 

A veces parece que es imposible cambiar las cosas.  Nunca saldremos de esa situación en la que nos encontramos.  Somos seres limitados y nos cuesta confiar en lo infinito de nuestro Señor.  Lo vemos como una opción y no como “la única opción”.

Ana fue una mujer que por años intentó tener hijos y no pudo.  Tuvo que aguantar el menosprecio y la burla de la irritante Penina.  Parece que cada vez que iban a adorar al Señor, Penina se esforzaba en amargarle la vida.  Ana disfrutaba del amor de su esposo, pero no se sentía plena.  Necesitaba ser madre.  Necesitaba un hijo.

Encontró que en Dios era posible cambiar el curso de las cosas.  Hizo una oración específica y concreta que cambio el curso de su vida para siempre.  Pidió un hijo; que ese hijo sea varón; y que ese hijo varón sea siervo de Dios.  

Dios se guardó el detalle de responder la oración cambiando el curso de su vida, y también el curso a toda la nación.  Samuel no solo la hizo mamá, sino que también fue un extraordinario siervo de Dios.  Cambio las costumbres idolatrías del pueblo y los guió de regreso al Señor.

Que no te importe tanto la angustia, el dolor, la bronca o lo irritante que sean las cosas a tu alrededor.  Anímate y cree que una sencilla, pero específica, oración puede cambiar el curso de tu vida para siempre.  No sabes porqué o por quién estás orando.  No terminamos de ver el alcance de nuestro pedido.  Quizá Dios se guarde el derecho de responderte mucho más allá de tus expectativas.  Aleluya!!!

Supera tu dolor orando al Señor.  Descargá tu amargura allí, pidiéndole que cambie el rumbo de tu vida.  Levántate, no estés más triste y confía que en el tiempo correcto lo que pediste vendrá y te dignificará.  Ninguna “Penina” te podrán fastidiar mas!!  El Señor te honrará dándote mucho más abundantemente de lo que pedís o entendés!!

 

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