Fundamentos [Salmo 11:3]

Los fundamentos son los principios o bases originales sobre lo que se asienta algo.  Es la base sobre lo que se construye un pensamiento, una conducta o un edificio.

El salmista se pregunta qué podrá hacer una persona recta si destruyen los fundamentos, valores o principios sobre los cuales edifica su vida.  Básicamente la respuesta es que se queda sin su base. Se queda sin sustento.  “Se queda en el aire”.  No hay nada que lo sostenga.  Entra en caída libre.

Hoy vemos como se quiere destruir la base de valores establecidos para nuestro bien.  Están queriendo destruir los principios sobre los cuales, aquellos que somos justificados por la obra de Cristo, intentamos construir una vida piadosa.

Valores o fundamentos como la vida, hoy, valen muy poco.  Quieren legalizar la muerte de los niños por nacer.  Se respeta muy poco a la mujer desvalorizándola y ejerciendo violencia sobre ella.  La vida familiar está amenazada por las nuevas ideologías de género.  Un ladrón, por no valorar la vida, sale a robar y está dispuesto a matar o morir.  

Nadie más que Dios es capaz de establecer fundamentos firmes, estables y eternos sobre los cuales todos podamos edificar una vida bendecida y en paz.  Es imposible destruir los fundamentos divinos aunque el ser humano, en su vanidad y pecado, se esfuerce por querer eliminarlos o tergiversarlos. La soberbia humana quiere negarlos y dejarlos sin efecto, pero es imposible.  Los fundamentos divinos nunca serán destruidos. 

Los fundamentos de la gracia del Señor siguen intactos e indestructibles.  Su compromiso estable y constante de amarnos y Su eterna justicia nunca dejarán de ser.

Debemos mantener en santo equilibrio estos valores.  Nadie nos ama más que Dios.  Pero tampoco nadie nos pone más límites que Él.  Esos límites son una manifestación clara de Su amor.  No es un amor humano y permisivo, sino un amor puro, limpio y eterno diseñado para nuestro bien.  Su justicia es clara, pues Él, de ningún modo tendrá por inocente al malvado (Ex 34:7) y tampoco tendrá por inocente al culpable (Nah 1:3).  No se trata de justicia humana y corrupta; se trata de justicia verdadera y confiable de un Dios que nunca miente.

Amor y justicia en santo equilibrio son el sustento eterno de nuestra fe.

Devocionales anteriores