Una buena orden [1 Timoteo 1:5]

"Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,"

Conozco personas que tienen la fama de ser “mandonas”.  Son personas que les gusta mucho dar órdenes.   Mandan, mandan y mandan.  Ante cualquier situación o momento suelen hablar en imperativo.

El apóstol tenía la gracia dada por Dios de darle órdenes a su discípulo Timoteo.  En este pasaje declara la razón de sus mandamientos.  Y lo qué esperaba que origine en su amado hijo espiritual.  

Hoy hay personas que se aprovechan de su autoridad para dar órdenes y tienen como objetivo sacar ventajas.  Son personas manipuladoras que persiguen el deseo egoísta de quedarse con algo que sus “hijos espirituales” tienen.

Pablo dice que el propósito de su mandamiento es que todos aprendan a amar con pureza de corazón, con conciencia limpia y con una sincera fe en el Señor.

La experiencia muestra que muchas órdenes que damos no tienen por objetivo crecer en amor.  Nacen de un corazón lleno de impurezas.  Surgen de una conciencia sucia y visitada de egoísmos.  Crecen y se desarrollan en una vida donde la confianza en Dios es limitada o actuada.

Una buena orden siempre nos hace crecer y nos lleva a tratar a los demás con altísima pureza de corazón.  Nos hace crecer amando a los demás con un estado mental sano, con la conciencia limpia de acusaciones pecaminosas.  Nos hace crecer amando intensamente al Señor, creyendo sinceramente y sin dobleces que Dios algo hará a nuestro favor.

Aceptemos los mandamientos del Señor y dejemos que Su propósito se cumpla haciéndonos crecer en amor.

 

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