Desafiados a ser santos [1 Pedro 1:13-16]

Un desafío es algo que hay que enfrentar y tratar de superar para salir victoriosos.  Es necesario tomar una decisión.  Lo enfrentamos para superarlo o nos quedamos estancados.  Asumimos un rol protagónico para vencerlo o nos quedamos en la pasividad de nunca intentarlo.

Fue Dios el que le planteo a su pueblo que “sean santos porque Él es santo” (Lv. 11:45)

La palabra “santo”, en la Biblia, quiere decir dos cosas:   (1) “Santo” es aquel/aquello que se aparta para el uso exclusivo de una deidad.  Y (2) “santo” es aquel que cumple con todas las ordenanzas de nuestro Señor y Dios. 

Pedro nos enseña cosas prácticas para crecer e ir superando el desafió de ser santos.

No dice que ajustemos el cinturón de nuestra mente (V.13a).  Dios quiere que ajustemos nuestra forma de pensar para que se acerque lo más posible a Su forma de pensar.  La Biblia enseña que somos lo que pensamos (Pr. 23:7).  Si nuestra mente no se ajusta a pensar lo que Dios pide o quiere que pensemos, será muy difícil “ser santos”.

Nos manda a ser personas equilibradas (sobrias) y sobrepornernos a las ansiedades de la vida que tanto mal nos hacen.  Tenemos que saber esperar que se manifieste en nosotros la gracia de nuestro Señor Jesucristo (V.13b).  La ansiedad es un síntoma de que nos falta humillarnos delante de Dios (1 P 5:6-7).  Nos cuesta “ser santos” porque no esperamos la manifestación divina.  No esperamos Sus tiempos.  Nos apresuramos y hacemos las cosas mal.  

Debemos aprender a ajustemos nuestra conducta para que estemos alineados con lo que el Señor nos pide.  Eso es ser hijos obedientes (V.14a).  La obediencia siempre nos guía a la santidad.  Cada vez que no volcamos nuestra voluntad para obedecer a Dios y sus mandatos, perdemos el desafío de “ser santos” y nos estancamos en nuestras carnalidades.

Por último debemos aprender a no conformar los deseas de nuestra vieja vida (V.14b).  No le demos el gusto a esos deseos bajos y pecaminosos por más lindos o atractivos que parezcan (V.15-16).  La realidad de  “ser santos porque Yo soy santo” está en juego cada vez que enfrentamos el desafío de conformar o no, nuestra carnalidad.    

Bendigo tu vida para que juntos crezcamos en el desafío de ser santos porque nuestro Dios es santo.

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