Tres cosas nos dicen este pasaje.
La primera es que tendremos oportunidades para hacer el bien.
Es el libro de Eclesiastés él nos dice que “tiempo y ocasión acontecen a todos”. Siempre tendrás oportunidades para crecer. Siempre tendrás oportunidades para mejorar. Siempre tendrás oportunidades para hacer el bien a alguien.
La segunda cosa es que el bien que podemos hacer está dirigido a todas las personas.
No tenemos que discriminar a nadie a la hora de hacerle bien. No hay que hacer el bien a aquellos que me lo puedan devolver, eso es manipulativo y egoísta. Hacer el bien no es sólo para los que amo. Ni para los que me caen bien.
El bien se hace a todos y sin esperar nada a cambio. Una frase popular dice: “Has el bien sin mirar a quien”.
Lo tercero es que si la oportunidad lo amerita el bien debe hacerse a los hermanos de la congregación.
A los de la familia de la fe. Eso es para de enfocarnos, no para volvernos “sectarios”. No es que hacemos bien a los nuestros y los demás que “revienten”. Es que de corazón tengo que estar atento a lo que necesitan mis hermanos en la fe. Es funcionar como verdadera familia. No una familia perfecta, sino simplemente una familia que trabaja y se sirve mutuamente para crecer y edificarse en amor.
Nuestro Dios y Padre nos permite disfrutar de esas oportunidades únicas de hacernos bien al expresarnos el amor que Él derramó en nuestros corazones por Su Espíritu.
Las oportunidades estarán, aprovéchalas para hacer el bien y concéntrate en hacerle bien a tus hermanos en la fe.