Servir, siempre servir [Juan 13:14-15]

Una característica que no le puede faltar a un discípulo de Cristo, es el servicio.

Servicio humilde y genuino.  Servicio de entrega y dedicación.  Ese fue el servicio que mostró Jesús a sus discípulos.  Él lo hizo y les ordenó que ellos también lo hagan los unos a los otros. Ejemplo nos dio, para que hagamos como Él hizo.

La historia es que Él vio que estaban prontos para cenar y nadie se había lavado los pies.  Había sido un día de largas caminatas en las polvorientas calles de la región.  Sus pies estaban llenos de tierra y transpiración.  Al sentarse a comer era seguro que los olores iban a impedir disfrutar de ese especial momento.

Él tomó la toalla y el librillo y se puso a servir.  Ninguno quería ser el más bajo de ellos.  Ninguno quiso ocupar el lugar de esclavo.  Ninguno estaba dispuesto a humillarse.  A ninguno le importaba cenar con los pies sucios y olorosos. 

Lavarle los pies a alguien, no es un simple acto higiénico; es una entrega de nuestra personalidad a la humildad.  Es un trato personal y profundo de Dios con nosotros.  Es dejar de lado el orgullo para alcanzar la plenitud y el bien común sirviendo a los otros. 

Es probable que muchas veces te toque servir haciendo algo que te haga sentir raro porque “estás para más”.  No reniegues, seguí el ejemplo de Jesús y hacelo.

“Si sabes estas cosas, bienaventurado sos si las haces” V. 17

No hay felicidad plena por saber cómo son las cosas.  La verdadera bienaventuranza está en hacerlas.  Es decir en cumplir siguiendo Su ejemplo.

¡¡¡Serví con humildad y serás bienaventurado!!!

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