Ricos... ¿Para quién? [Lucas 12:21]

Una de las frases que más escuché de mis mayores es: “tenes que ser alguien en la vida”.   Frase que encierra un muy buen deseo… pero desarrolla en alguna de las personas que la escuchan un fuerte amarre ambicioso a lo terrenal.

La parábola que relata Jesús en los versos anteriores es claramente el reflejo de una persona que logro “ser alguien”.  ¡¡Era rico!!   Rico… ¿para quién?

Las riquezas materiales son inestables y a veces poco disfrutables.

Inestables porque un buen negocio u empleo puede traer mucho dinero, bienes y riquezas, pero una mala administración hace que lo perdamos rápidamente.

Poco disfrutables porque el afán de querer conservarlos y aumentarlos nos esclaviza impidiendo que los disfrutemos.

Puede ser que no seas alguien económicamente rico, quizá la estas “peleando” como muchos, el consejo bíblico es el mismo: no pongas tu mirada únicamente en aumentar tus bienes.  Jesús dijo también que “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (V. 15)

El que neciamente hace de las riquezas el objetivo final de su vida, sin ser rico para Dios, tiene mucho que perder, porque el día que llegue la muerte no sabrá que harán los herederos con sus riquezas.

Rico para Dios es ser abundante en amor dadivoso y desinteresado.

Rico para Dios es ser abundante en fe.

Rico para Dios es ser abundante en servicio.

Rico para Dios es ser abundante en buenas obras.

Rico para Dios es ser abundante en entrega.

Rico para Dios es ser… como Él es.

¡Seamos ricos para Dios!

No para nosotros.

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