¿Ver para creer? [Juan 20:29]

Hay gente que cuando escucha el testimonio del milagro que Dios ha hecho en alguno dice: "Mmm, no se" "tengo que ver para creer".

Parece que necesitan observar o comprobar con alguno de sus sentidos físicos la realidad de lo que Dios ha hecho. Estas personas sufren de "el síndrome de Tomás".

Tomás expresó: "sino viere... y sino metiere... y sino metiere... eso muestra la incredulidad que habitaba en su interior.

Había visto al maestro hacer grandes milagros. Lo había visto sanar a muchos enfermos. Lo vio liberar a multitud de endemoniados. Vio y escuchó al Maestro dar enseñanzas poderosas sobre el Reino de los Cielos. Lo escuchó hablar acerca de su muerte y resurrección y... cuando se hizo realidad, no lo creyó.

¡No era muy dichoso ni feliz su estado!

Porque "bienaventurado los que no vieron y creyeron".

Hay una dicha muy profunda en creer sin ver.

Es la dicha de aquel que pacientemente llama a las cosas que no son, como si fuesen. Es la dicha de aquel que decide creerle al Señor y no a las circunstancias.

La gente dice "ver para creer". El Señor nos dice: "creer para ver".

El Señor nos anima a que le creamos a Él y a sus Palabras para poder ver su glorioso obrar en nosotros y a través de nosotros.

 

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