Pensar en caminar con propósito es atreverme a mirar hacia adelante teniendo claro la razón de vivir.

Lamentablemente muchas personas, cada vez de menor edad, optan por quitarse la vida porque no encuentran Su propósito.  No encuentran algo por lo cual valga la pena vivir.

El apóstol Pablo fue un hombre que tardó uno años pero encontró Su propósito en la vida.  Se equivocó pensando que el asunto era: ser celoso de la fe judía y con ahínco perseguir y matar a los cristianos.  Luego al ser confrontado recibe una clara y real razón para vivir.  ¡¡Encontró Su propósito!! Pero termina escondiéndose durante 14 años en Tarso hasta que Bernabé lo fue a buscar.

Para caminar con propósito divino es necesaria preparación y paciencia.  Cuando llegó la hora, a Pablo, no lo detenía nada ni nadie. Ahora sí, era un hombre preparado y con propósito.

Se transformó en un ser determinado, digno de imitar y lleno de una pasión única por lo que hacía.  Pablo determinó dejar atrás su pasado y la pasión lo llevó a extenderse hacia adelante, hacia lo que Dios tenía con él.

Caminar con propósito es crecer en determinación y enfoque.  Saber qué tenemos que hacer, evitar las distracciones y simplemente esforzarse en hacerlo.

Caminar con propósito te hace una persona atractiva, imitable, genera deseos de estar cerca.  Una persona sin propósito se vuelve dependiente, anda buscando la aprobación de otros.

Caminar con propósito es encontrar en lo que hago un sacrificio fácil de llevar, donde el tiempo pasa sin darme cuenta.  Puedo pasar horas sin comer, dormir o ir al baño.  Lo que hago se transforma en aquello por lo cual quisiera ser recordado.

Seamos hombres y mujeres que caminemos con propósito en esta vida.

El Señor tiene un propósito único con cada uno de nosotros.  Olvidemos lo que queda atrás y entendámonos hacia adelante.  

¡¡Lo mejor está por venir!!

 

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