Justificados [Romanos 5:1-3]

La justificación es una de las doctrinas fundamentales del cristianismo.

Es una realidad espiritual que sólo podemos vivir los verdaderos cristianos.

Ninguna otra religión o secta es capaz de interpretar a Dios como el justificador.  Suelen verlo como un Dios justiciero.  Todas las religiones dicen que tenemos que portarnos bien para ser justificados.  Dios dice que Él nos justifica por la fe en Jesucristo.  Y nosotros actuamos correctamente, no para agradarle, sino por amor y agradecimiento a aquel que nos justificó.

La justificación nos permite ver la grandeza del amor y la misericordia de Dios, por que no depende de nosotros.  Él no declara justo a cualquiera.  El declara justo a aquellos que le creen. A aquellos que creen en Su obra.  A aquellos que aceptan a Jesucristo.  A aquellos que reconocen que solos no pueden.  A aquellos que necesitan un misericordioso salvador.

La justificación trae sobre sus lomos la paz con Dios.

Es imposible que estemos en paz con Dios sin haber sido justificados.  Si no somos justificados, entonces estamos condenados.  Si Él no nos justifica por la fe, somos declaradamente enemigos de Dios.  Nos es imposible estar en paz con Él. 

La fe que nos justifica, también nos da acceso a Su gracia.  Nos permite estar firmes y gloriarnos en la esperanza.  Permite, que aún, nos gloriarnos en los momentos difíciles de la vida (tribulación).  Eso solo podremos hacerlo gracias a ser justificados y estar en paz con Él.  Es su paz la que guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos para que podamos superar las ansiedades que producen los momentos duros de la vida.

En estos tiempos convulsionados caminemos como verdaderos hombres y mujeres justificados, no por nuestras obras, sino por la fe en la obra extraordinaria de nuestro Señor Jesucristo.  Disfrutemos de la paz con Dios.  Estemos firmes en la gracia y gocémonos en la esperanza de eterna salvación.  Y si estas pasando tiempos de tribulación, gloriate en todo lo que Dios añadirá a tu vida cuando lo difícil haya pasado.  Porque lo difícil nunca podrá cambiar tu condición de ser justificado por la fe que depositaste en el Señor Jesucristo.

 

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