La clave de la intimidad [Salmos 25:14]

“La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto”.

Este versículo del Salmo 25 nos da una clave espiritual muy significativa. Añade a nuestra posibilidad de comunión con Dios un aspecto de cercanía muy especial, la intimidad. El conocimiento de éste tipo de relación con Dios tiene un requisito indispensable, está reservado solo para aquellos que le temen. 

Temer al Señor es tomarlo en serio como Dios, es tener un concepto adecuado de quién es El. Nuestras imágenes mentales incorrectas de quién es Él nos han imposibilitado una relación íntima y genuina. En ocasiones hemos considerado a Dios como un padre autoritario y distante, como un “gran ojo” que nos vigila constantemente atento a nuestros errores para castigarnos. Esta mirada frecuentemente surge como fruto de padres ausentes, violentos o perfeccionistas frente a los cuales pensamos que no somos dignos de su amor y bendición, y ante los cuales nos esforzamos por su aprobación sin poder lograrla nunca. Dios no es éste tipo de Padre, Él nos amó y aceptó en Cristo Jesús. 

Otro extremo al que estamos expuestos es creer en Dios simplemente como alguien más, con quien no tenemos por qué tener ningún grado de compromiso, quien no ve todas las cosas y por lo tanto podemos engañar, y quien está a nuestro servicio cuando lo necesitemos. En este caso nuestra relación con Él es liviana, parcial y diluida. Por supuesto, el temor de Dios tampoco está presente en esa actitud del corazón. El quiere estar presente, es justo y quiere ser el primero en nuestras vidas.

Temer a Dios es estimarlo, honrarlo y tenerlo en la más alta consideración; así como venerarlo, asombrarse y reverenciarlo. Es temblar con el mayor de los respetos por Él, su presencia y sus mandamientos, así como sus deseos. Aquel que teme a Dios sabe muy bien quién es ÉL y porque lo conoce le temerá y tendrá una vida de comunión íntima y plena. 

No descuidemos ésta clave espiritual, conozcamos a nuestro Señor cada día un poco más y permitamos que nuestra relación con Él crezca. 

 

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