Dejando herencia [Proverbios 19:14]

Más de una vez escuche a algún padre enojado con las actitudes de su hijo decir:  “que trabaje”… “que se lo gane”…  “yo me lo gané trabajando…  “no pienso dejárselo, sino se lo gana” …   “antes de dejárselo a él, lo disfruto yo, para eso trabajé toda la vida”

Al principio pueden parecer frases muy docentes de un padre que quiere enseñarle a su hijo el valor del trabajo.  Pero la realidad es que en lo profundo, hay un corazón egoísta que no quiere dejar herencia, porque a su criterio los descendientes se tienen que ganar el derecho.  Eso pasa por no entender lo que Dios pide de nosotros y qué debemos dejarle a las generaciones que vienen.

Este proverbio dice que “la casa y las riquezas son herencia de los padres”.  

Nos corresponde a nosotros enriquecer su futuro.  Es responsabilidad nuestra dejarles una casa (vivienda) a nuestros hijos y bienes materiales.  Dios nos dará esfuerzo y sabiduría para trabajar y prosperar en obediencia a su Palabra, y así tener algo bueno para heredarles.  

Siguiendo este pasaje, también será Dios, quien les dé la sabiduría para que elijan un conyugue prudente, comprensivo, inteligente, virtuoso.

Dejemos de lado el egoísmo y trabajemos para que nuestros descendientes arranquen la vida donde nosotros la dejamos.  Que nuestro más alto nivel sea el piso donde ellos empiecen a construir su futuro.  Nuestro hijos deben ser mejores que nosotros, en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.  Y por nuestra obediencia a la Palabra, también serán mejores económicamente, porque sabremos dejarle casa y bienes.

Si tenemos hijos acordémonos de arreglar todos los papeles de la herencia para que mañana, por los gastos legales del asunto, no se la lleven extraños.

Dejar herencia material, es tarea nuestra.  Que el conyugue que elijan sea prudente, es tarea de Dios.

 

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