Un pensamiento sobre la Iglesia

Pensar en la Iglesia de Cristo, es pensar en un organismo que tiene por fin acercar a la gente al Señor y Salvador de sus vidas.

La Iglesia nunca tiene que ser un fin en sí mismo, es el medio del cual el Señor se vale para que las personas le conozcan.

La Iglesia siempre tiene que tener un espíritu pionero, conquistador y nunca estancarse en ser colona de la tierra.  Pioneros en hacer avanzar el Reino de los cielos sobre el reino de las tinieblas.  Pioneros en expulsar a los demonios usurpadores de las almas con el poder redentor del Evangelio. 

Siempre tiene que estar latiendo ese sentido de adaptación y movimiento para que Dios se manifieste a las personas en todo lugar posible, por eso la iglesia no es un edificio. La iglesia son las personas, que a veces se congregan en un edificio, pero que durante su vida se mueven por diferentes lugares afectando su entorno.

Pienso en nuestra congregación como una iglesia pionera, que siempre tenga ese corazón adaptable a lo nuevo (no que se amolde a los rudimentos pecaminosos del mundo), sino que cambia en lo que es necesario para ser más efectiva a la hora de llevar el Mensaje.  Que busca vivir en el verdadero objetivo de alcanzar, con el evangelio, a un mundo que está perdido y muriéndose sin Cristo.

Una vez que un pionero se vuelve colono, entonces el medio se transforma en un fin, y allí está el principio del fracaso.  Nos estancamos en el deseo de establecernos y le damos demasiado valor a lo terrenal.  Perdemos de vista que nuestra ciudadanía está en los cielos.

Somos pioneros, no colonos.  

Si vamos a establecer algo que sea el Reino de los Cielos.

Somos agentes de ese Reino (embajadores), caminando la tierra para llevar Su mensaje conquistador.

Nunca dejemos de lado la realidad de que somos un medio, nunca el fin.

El medio es la iglesia.  El fin siempre es una persona: Jesucristo

Devocionales anteriores