Un clamor para estos días [Habacuc 3:2]

Habacuc fue contemporáneo a Jeremías.  Era un tiempo muy duro para la nación ya que el cumplimiento de las desgracias anunciadas por la desobediencia del pueblo era inminente.

El castigo de la invasión caldea, el dolor de ser conquistados era un hecho inevitable y muy cercano.  

Aún así Habacuc hace una declaración poderosa “el justo por su fe vivirá” (2:4).  En esa época, como hoy, al verdadero hombre de fe le sería imposible seguir adelante sin fortalecer su confianza en Dios.  Sólo por su fe podría seguir viviendo.

En su última oración eleva un clamor muy oportuno.  

Comienza declarando el temor que tiene de Dios y de Su Palabra.  Luego clama intensamente para que Dios vuelva a actuar en esos días y que se dé a conocer en medio de ese tiempo difícil.  Le ruega que aún en su enojo se acuerde de su misericordia.

Esto es también un clamor para nuestros días.

Es tiempo de clamar intensamente para que Dios vuelva a darnos un temor profundo a su Palabra. Que prestemos mucha atención a lo que Él dice.  Que dejemos de menospreciarla.  Que volquemos nuestra voluntad a cumplirla dejando de lado las excusas.

Es tiempo de pedir con gran dedicación que “avive su obra en medio de los tiempos y que en medio de los tiempos la haga conocer” Es tiempo de ser instrumentos divinos para que eso suceda.  Él quiere usare a ti, a mí, y a cada uno que se deje avivar.

Es tiempo de recordar que su misericordia es para siempre.  Que por su misericordia no hemos sido consumidos.  Que por su misericordia somos lo que somos.  Que por su misericordia tenemos lo que tenemos.  

Nada es por nuestras capacidades o fuerzas.   “Él es nuestra fortaleza.  Él es quien hace nuestros pies como se ciervas y en nuestras alturas nos hace andar” (3:19)

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