Hay que salir del estanque [Juan 5:1-9]

Más de una vez somos nosotros los que estamos en un estanque.  Somos nosotros los que nos “estancamos” en alguna parálisis que nos impide movilizarnos.  Parálisis que hace muchos años nos acompaña.  Quizá ni sabemos la razón de nuestra desgracia, pero la realidad es que estamos imposibilitados de alcanzar algo por nuestros propios medios.  Nos sentimos desanimados y en estado de derrota.

Es allí donde cobra sentido el nombre de este estanque “Betesda: (casa de gracia)”.

Es la casa, el lugar, donde recibimos cosas que no merecemos y que por Su amor producen en nosotros grandes cambios.

Este paralítico recibió salud en la “casa de gracia”.  Estaba imposibilitado de acceder a su sanidad por sus propios medios.  Pero allí apareció Jesús con un desafío de fe. ¿Quieres ser sano?, le preguntó. -   El pesimismo que lo abrumaba lo llevó a declarar su imposibilidad de hacerlo.

Eso fue lo que Jesús uso para ejercer el milagro.  El paralítico se declaró incompetente.

En el reconocimiento de su flaqueza, Jesús dio la orden y el milagro se hizo realidad.

Hoy Jesús está caminando junta a ti.   ¡¡Él mismo es “casa de gracia”!!

Él te pregunta ¿querés ser sano? ¿Querés salir de tu estancamiento?

Se humilde y reconoce que solo no podes.

Jesús dará la orden: “¡¡Levántate!!”  y el milagro suceder.

La única forma de salir de nuestras parálisis es reconociendo que “no podemos solos”.  Creyendo y obedeciendo a las Palabras de Jesús

¡Hay que salir del estanque!

¡Vamos por más!

El Señor tiene para ti un milagro esperándote en “casa de Gracia”.

 

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