Navidad, ¿Cómo no celebrar? [Isaías 9:6-7]

Nuestro Señor Jesucristo fue enviado por el Padre a cumplir una misión redentora.  Era necesario buscar y salvar lo que se había perdido.

Su obra redentora tiene cuatro momentos.  Uno no tiene sentido sin la otro.  La redención no puede ser completa sin estas cuatro etapas.

La primera es la de la “Encarnación”.  ¡¡Navidad!!

El humanizar demasiado el tema nos ha llevado a hablar “del cumpleaños de Jesús”, no es que esté mal, solo que deja de lado la profundidad del asunto.

Al formarse el embrión dentro de María fue un momento histórico donde el Infinito y Eterno Dios se despojó de sus atributos para tomar forma de siervo y hacerse semejante a los hombres. El Verbo humanado.

La Encarnación validó la segunda etapa: “la Crucifixión”.  Era necesario que un ser perfecto muriera.

La “Resurrección” concretó el sacrificio alcanzando la victoria sobre el pecado, la muerte y Satanás.

Y, por último, la “Ascensión” se produjo porque solo los vencedores son exaltados hasta lo sumo.

Por eso festejo con extrema alegría la Navidad.  Porque es el comienzo de mi redención.  Sin Navidad nada del resto tendría sentido.

Navidad no es una “fiesta pagana”, tampoco es el “cumpleaños de Jesús”.

Navidad es el recordatorio de la humillación del Eterno y Todopoderoso Dios por amor a mí.  Por amor vos.  Por amor a toda la humanidad.

 

¡¡Feliz Navidad para todos!!

¡¡El Señor se encarnó por amor!!

 

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