Pablo estaba preso en Roma cuando escribió esta carta.  

Es la carta más personal que Pablo escribió junto con la de Filemón.  Es una carta a corazón abierto.  Es una carta que entusiasma por la actitud que el apóstol muestra ante diferentes cosas de la vida cristiana.  Un hombre lleno del gozo de Dios aún estando encerrado.

Pablo se consideraba a sí mismo y a Timoteo como siervos de Jesucristo (V. 1).  La palabra “siervo”, aquí es la palabra del griego “Doulos” que identificaba a un esclavo qué voluntariamente lo era.  La persona había analizado su vida y lo mejor que le podía pasar es ser voluntariamente esclavo de ese buen amo.  Esa idea está plasmada en la cabeza de apóstol y de esa manera vivía cada circunstancia.  

En ese concepto mental, el apóstol, daba gracias a Dios por la comunión del evangelio que tenía con los filipenses al ser participantes de la misma gracia de Dios.  Él estaba convencido que Dios había empezado una buena obra en ellos y que Él mismo la iba a perfeccionar.  No se quejaba por estar encarcelado (encerrado), sino que daba gracias a Dios por cosas de valor eterno.

Se enfocaba en pedirle a Dios por ellos.  Pedía que abunden más y más en amor.  Pedía para que sean fieles y tomen buenas decisiones aprobando lo mejor. Y también pedía para que estén llenos de frutos de justicia que den gloria y alabanza a Dios.  Pedía para que se muestren como hombres y mujeres justificados por la fe en Jesucristo.  No se enfocó en pedir por él y sus motivos personales, sino que oró por otros.

El encierro puede impedir que nos traslademos físicamente, pero nunca podrá limitar los movimientos espirituales de un verdadero hombre de Dios.  Vivir como verdadero “Doulos” trae una claridad de mente y de práctica que ningún encierro puede detenernos.  Cómo “Doulos de Jesucristo” ningún encierro o situación difícil puede quitarnos el gozo que sólo nuestro buen Amo y Señor Jesucristo nos da.

 

Buena semana!!

Buena y gozosa cuarentena!!

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

 

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