Saciados [Mateo 5:6]

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”

‭‭‬‬‬‬‬‬La justicia de Dios es lo único que mantiene nuestra esperanza en alto, pues nada es más exacto que el juicio o justicia de Dios sobre las situaciones o personas.  Dios es Justo.  Su justicia es lo único seguro en el universo.

Él es un santo equilibrio entre disciplina y amor.  Él, de ningún modo, tendrá por inocente al malvado. Nunca dejará sin castigo al culpable.  Pero, a la vez, su amor cubre multitud de faltas.  

Este sano equilibrio se ejecutó en la persona de Jesucristo.  

En Él, Dios, descargó toda la disciplina necesaria por los malvados culpables.  Y a la vez mostró la inmensidad de Su amor.  

Por amor castigó (cargó) en Él los pecados de todos los hombres.  Eso es justicia y misericordia manifestada en santo equilibrio.  Para cumplir con la justicia divina y mostrarnos el eterno amor de Dios, Jesús llevó en su cuerpo nuestros pecados y mató nuestras maldades en la cruz.   Por eso los que creemos en el nombre de Jesús, hemos sido justificados a través de la fe.  

El hambre y la sed son los dos apetitos más agudos que el ser humano puede enfrentar.  Tener hambre y sed de justicia debe ser el apetito más agudo del verdadero creyente.  

En ese hambre y esa sed de que Dios se manifieste, está la gran dicha de un verdadero discípulo porque, sin dudas, será saciado.   

Confiar y esperar en la justicia de Dios es garantía eterna de saciedad.  No importa cuán injusto sea tu entorno o la situación que estás enfrentando, clamá a Él y dejá que Dios sacie tu hambre y sed de justicia.

Si estas enfrentando un agudo apetito por justicia, espera dichosamente en el Señor, pues Él te saciará.

 

¡¡Buena semana!!

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

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