SUS DESEOS, NUESTROS DESEOS

"Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón." (Salmo 37.4 NTV)

¡Excelente pasaje! ¿Significa que si me alegro en Él, puedo pedirle lo que quiera y todo lo que a mí se me plazca, me lo va a conceder?

Podría decirte que sí, y también podría decirte que no. ¿Confuso, no?

Te diría que no, porque no todo lo que a nosotros nos gustaría que nos dé, va a ser concedido por Él.

Muchas veces Él responderá con un "no" a nuestro pedido, porque eso que estamos pidiendo no será lo mejor para nosotros. Entonces, ¿cómo funciona esto?

Ahora te digo que sí, si nos alegramos en Él, nos concederá los deseos de nuestro corazón. ¿Cómo es posible? Simple. Si el Señor realmente es nuestro todo, si Él es nuestro placer superior, si en Jesús está nuestra felicidad, si en Dios está nuestro mayor tesoro, nuestro principal deleite, si realmente no hay nadie ni nada más importante que Él, ¿cuáles serán los deseos de nuestro corazón?.

Cuando Él ocupa el primer lugar de nuestra vida, todo lo que hagamos y anhelemos va a apuntar a hacer Su Voluntad, y no la nuestra. Esto nos lleva a una búsqueda constante e intensa de Él, de Su Presencia. ¿Y cuál es el resultado? Sus deseos comienzan a ser los nuestros. Nuestro corazón comienza a parecerse poco a poco más al Suyo, y lo que hay en Su corazón empieza a habitar en el nuestro.

Ahora todo encaja, es así que si nos deleitamos en el Señor, Él concederá los deseos de nuestro corazón, porque primero habrán sido los deseos de Su corazón.

De esto se trata, de que el mayor anhelo de nuestro corazón sea agradarlo a Él, de que las peticiones de nuestro corazón busquen estar alineadas con Su Voluntad.

Y finalmente podremos experimentar el cumplimiento de las peticiones de nuestro corazón.

 Juliana Abigail Muñoz

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