De ramera a princesa [Mateo 1:5]

Curiosamente en la genealogía del Señor Jesús aparece una mujer llamada Rahab.  Rahab era la ramera de Jericó que recibió a los espías en la época de la conquista.  Fue quien abrió la puerta para que la conquista de la tierra comenzara.  (Josué 2)

Es un ejemplo de la transformación que Dios puede hacer en las personas cuando le creen a Él y a su propósito.  Cuando creen y temen al Dios verdadero.

La Biblia nos cuenta que ella obtuvo gracia al ser salvada de la destrucción inminente de su ciudad.  Sabía que le esperaba la muerte y pidió por ella y su parentela.  Fue salvada por la fe y el Señor la transformó de Ramera en Jericó a Princesa de Israel.

En esta historia se nos revela el amor y la misericordia de Dios.  También Su benevolencia y favor por aquellos que le creen.  

Nos revela al Dios que transforma vidas.  Al Dios que salva personas.  Al Dios que pone en lugares de honor a los que estaban perdido en delitos y pecados.  

Nos revela al Dios que a los extranjeros y desobedientes, los hace Sus hijos.  Al Dios que hace trascender el testimonio para alcanzar a las generaciones venideras.  

Nos revela al Dios que transforma al esclavo del pecado en santo perteneciente a Su linaje.

Rahab fue transformada de ramera a princesa.  Fue incluida por Dios entre los antepasados de Jesús.  Dios unió la pureza de un hombre santo por llamamiento divino (Salmón) con una gentil que le creyó, para que en el futuro llegara la salvación del mundo.  Fueron los tatarabuelos del Rey David.

El mismo Señor que salvo y transformó a Rahab, la ramera, hoy quiere transformarte a vos para que seas príncipe de su pueblo y para que dejes un testimonio de salvación a los que vienen detrás.  No te quedes con lo que hayas sido en el pasado.  Si estás en Cristo ya nos sos ciudadano de Jericó, sos ciudadano del cielo.  Sos parte del linaje santo de Dios.  Vive como hijo y príncipe de Dios, no como esclavo del pecado.

 

Buena semana.

Ptr. Carlos Nelson Ibarra

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