El hará [Salmos 37:5]

“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”

Por lo general nuestro camino no sigue el orden que este versículo nos enseña. Siempre queremos ver a Dios actuar y nuestras oraciones están nutridas de pedidos en los cuales queremos que Dios haga algo a nuestro favor. Sin embargo, el punto de inicio debería ser encomendar a Dios nuestro camino. Es decir, entregarle nuestros planes a Él desde el comienzo. Esto quiere decir que nuestro camino esté en sus manos y no en las nuestras.

¡Esto cuesta! Porque al quedar en sus manos significa que se cumplirán sus tiempos, que será con sus recursos y que Dios usará a quien quiera. En definitiva no será a nuestra manera sino a la manera de Dios.

El otro elemento indispensable que precede al actuar de Dios es nuestra confianza en Él. Uno de los riesgos mayores ante este requisito no es el confiar en los demás, tampoco en alguna situación favorable sino confiar en nosotros mismos. Proverbios 3:5-7 dice "Confía en el Señor de todo corazón..." y continúa "y no te apoyes en tu propia prudencia". Todo nuestro corazón, sin ninguna reserva, debe depositar su confianza de forma completa en Dios. El peligro es valernos de "nuestra propia prudencia". El versículo 7 reafirma esto y nos dice que no seamos sabios en "nuestra propia opinión". Cuando nos ponemos de pié en nuestras capacidades personales y confiamos en ellas abandonamos nuestra confianza en Dios. La prudencia y la sabiduría son necesarias pero en Dios debe estar siempre nuestra confianza final porque Él es el que hará y utilizará todos esos recursos que pone en nosotros para su gloria y bendecir nuestro camino.

Es esencial para esto reconocerlo en todos nuestros caminos ¡Dios debe estar presente en cada cosa que hagamos! Y entonces enderezará nuestro camino.

Pongamos todo en sus manos y confiemos en Él y sin dudas ¡Él hará!

 

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