¿Cuantas veces nos preocupamos por aquellos que abandonan el camino de la verdad porque afirman doctrinas equivocadas que desvían de la fe a otras personas? El Ap. Pablo atribuye el desvío de estos a que se ocuparon en conversaciones necias e inútiles que los llevaron a conductas mundanas.
Surge claro del texto, que no siempre los que se apartan de la verdad, se alejan de nuestras congregaciones. Buscan instalar sus doctrinas equivocadas, mientras ellos mismos viven mundanamente. Como consecuencia desvían a otros también.
Si esto que comenzó tan cerca de todo lo obrado por Jesús, en el Siglo I, ¿qué nos hace pensar, que 2000 años después, no puede ocurrir? “Sin embargo” (v.19), dice, nosotros debemos estar en otra cosa (v.14).
Como obreros, debemos:
1) “esforzarnos para poder” hacer lo que Dios nos ha impuesto.
2) “presentarnos” delante de Él para que nos examine y rendirle cuentas, y si se ha hecho el trabajo.
3) “recibir” Su aprobación; dejando estas cuestiones inútiles, mentirosas y necias.
La verdad sigue siendo la misma (v.19), es que:
1) “Dios conoce a los que son suyos”
2) éstos, “deben” (ellos mismos), “apartarse del mal”.
No debemos confundir nuestras tareas. Las de un obrero son específicas. Debe hacer correctamente un cierto número de cosas, de una forma específica, y su capataz las aprobará.
Por eso, ¡Obrero!, esfuérzate y no te avergüences, sólo explica La Verdad del Evangelio correctamente (de modo que sea aprobada por Dios), porque el fundamento (cimiento) está firme y la Iglesia de Cristo no se desmoronará.
Hno. Claudio Curcio